Soy una comercial, y hoy es miércoles

A las 11, menos tres minutos (normas estrictas de cortesía: puntualidad, pero sin pasarse), llego a la oficina del cliente, con el que, desde antes de Navidad, tenemos acordada una reunión para hacerle una presentación de nuestros productos y servicios.

¡Pues el Sr. X me ha llamado hace un rato para decirme que se retrasará!, me larga con una sonrisa Profidén su secretaria, y que si no te sabe mal, que se posterga una hora la reunión.

¿Y no podrías haberme llamado por teléfono para decírmelo, tonta_del_bote?, pensaba para mí, mientras que, yo también con mi mejor sonrisa Profidén, le contestaba: ¡Ningún problema! Voy a tomar un cappuccino y vuelvo.

Renegando de lo inútil y desconsiderada hacia los demás que puede ser la gente, y antes de ir al Starbucks más próximo a tomar un cappuchino y relajarme unos minutos, busco un kiosco y compro el último ejemplar del "marie claire".

Me ha puesto de mal genio esa petarda, y no me da la gana ponerme una hora a trabajar con el portátil, mientras espero.

En el kiosco, y mientras compro mi revista, alucino en colores al ver la portada del Interviú, en la que sale posando la turista Gallega (Ana María Ríos) a la que detuvieron hace unos meses en Cancún, cuando volvía de su luna de miel.
No hace falta que diga que sale medio en pelotas.

Este es el país de l@s famos@s. Da igual por qué te hagas famos@. Una vez conseguido ese status, ¡a chupar del bote y a vivir de ello!.
Posados más o menos artísticos en revistas diversas, actuaciones en programas de diverso tipo, etc.

Totalmente de acuerdo en que aquello que ocurrió en Cancún fue un montaje, pero empiezo a no tener claro quienes hiceron el montaje. Igual soy demasiado mal pensada.

En el Marie Claire dicen, que si tengo 3.409 Euros para gastar, y una semana libre, que me vaya de viaje a Nueva Zelanda.

Una semana libre... pudiera ser.

3.409 Euros… ¡va a ser que no!

Bueno, al menos me dicen cualee son las tendencias en ropa interior, la cual es bastante más barata que el viaje a las antípodas.

Termino la lectura, termino el cappuccino y termino la espera.

Vuelvo a la oficina del cliente, y ahora sí: Le hago la presentación de nuestra empresa.

Bueno, al menos parece que algo haremos con esta gente, aunque será mejor no venderle (a mi jefe) la piel del oso, antes de haberlo cazado.