sábado, enero 06, 2007

¡ Va de Brujas ! ....

Estas Navidades las hemos pasado en casa de los padres de mi chico, los cuales viven en una bonita ciudad de Castilla-León.

Pues bien, en uno de los paseos que dimos por el centro histórico de dicha ciudad, encontramos una pequeña librería, en cuyo escaparate tenían expuesto un librito titulado: Brujas, Meigas, Sorgiñas y Diablos en la cornisa Cantábrica -Colección Los Libros del "Cuentamiedos"-

Pensé para mi que, con ese titulo, sería cosa de comprarlo, pues nada mejor que un buen libro para leer por las noches en la cama, si es que no íbamos a tener diversión alternativa (y doy fe de que no la tuvimos).

Así que lo compré. Y lo leí.

Su lectura puso en alerta mis sentidos, cosa que me permitió identificar varios tipos de brujas (no citadas en el librito), con las que nos encontramos durante los días en que estuvimos allí, y que, quizás, de otra manera, me hubiesen pasado desapercibidas.

Paso a detallarlas, por si eso sirve de ayuda a l@s lector@s de este Blog:

1) La bruja "familiar".
Suelen aparecer bajo la apariencia de una tía-abuela o la esposa del hermano mayor (bastante más mayor) de tu chico.

No suelen ser peligrosas, ya que su ataque suele estar basado en el empleo de armas simples, aunque bastantes molestas, como son, por ejemplo, las "puyitas" del tipo ...”Es que las chicas de hoy día se piensan que ...”, etc.

Como decía, su ataque no es peligroso, pero puede ser tan molesto como el de esos mosquitos que se cuelan en el dormitorio las noches de verano, y así, yo misma, y tras sufrir dos puyacitos consecutivos, estuve a punto de estamparle la cafetera en la cabeza a una de estas brujas, a cuya casa habíamos ido de visita, pero afortunadamente conseguí controlarme, y la visita terminó sin mayores incidentes.

2) La bruja "antigua amiga".
Estas sí que pueden ser realmente peligrosas. Aparecen bajo el aspecto de una antigua amiga de tu chico, de los tiempos de la universidad, y se creen, por aquello de que donde hay (o hubo) confianza, que todo el monte es orégano.

Lo malo es cuando alguna de éstas, con el tiempo, se han dado cuenta de lo que perdió, y, si te descuidas, intentan una reconquista de los territorios abandonados hace años.

Son realmente peligrosas, pero en tanto en cuanto, el resto del año no os veáis, y la separación geográfica con ella sea superior a 600 Km., posiblemente la cosa no requiera un contraataque en toda regla, aunque, eso si, hay que mantenerse alerta y estar preparada para maniobras de todo tipo, como, por ejemplo, preguntarle a él: ¿Iras a Madrid a la feria de muestras de xxxx?

Por tu parte, ante esto, deberás sonreír como si nada (pues posiblemente no tenga mala intención la preguntita), pero, por si acaso, y para que éste no se deje engañar por las apariencias y malas artes de ese tipo de bruja, al llegar a casa, es conveniente tener para ella, y como la que no quiere la cosa, un "cariñoso comentario” (conjuro defensivo mas bien), del estilo:

"Estoy pensando en comprarme un bustier, como el que llevaba la XX. Son incómodos, pero bastante resultones, pues quitan cm. de cintura para hacerte algo menos rellenita, y te levantan las tetas para que parezcan algo mas grandes"

De nada, bonita :-)

3) Y finalmente, la bruja "erótica-voladora".
Resulta que me di cuenta de que yo misma pertenecía a esa categoría.

Aunque soy de las que no suelen recordar sus sueños, en esta ocasión, si que lo hacia. Me despertaba por las noches (¿mucha comida?, ¿poco sexo?) recordando lo que justo acababa de soñar, y volvía a dormirme, retomando el mismo placentero sueño semierótico.

Pues bien, el sueño consistía en que me veía a mi misma (en el mejor estilo de los viajes astrales descritos por Lobsang Rampa en su libro El Tercer Ojo), como una especie de espíritu, que abandonaba mi propio cuerpo.
Me levantaba, completamente desnuda, abría el armario, sacaba de él una escoba y un sombrero negro picudo de ala ancha, que me ponía en la cabeza, abría la ventana de nuestra habitación, montaba en la escoba, y salía volando al exterior a toda velocidad.

Al mirar hacia abajo, veía la hermosa y fría ciudad Castellana alejándose en el horizonte.

De repente, aparecían las luces de la ciudad de Barcelona, junto al mar Mediterráneo.

Me aproximaba a la Ciudad Condal, como los aviones que se dirigen al aeropuerto del Prat, es decir, adentrándome un poco en el mar, dando luego un giro, y volando paralela a la costa. Volaba yo luego hasta llegar a la altura del Fórum, momento en que giraba hacia el interior de la ciudad, para dirigirme directamente hasta la torre AGBAR, donde me esperaban mis amigas, (a algunas de las cuales no he visto en años), montadas ellas también en sus escobas, llevando el sombrero que las distinguía como brujas, y, por supuesto, completamente desnudas, como yo misma.

Y allí estábamos todas, con un aspecto fantástico, que bien podríamos haber hecho un anuncio de Corporación Dermoestética, suspendidas en el aire, flotando alrededor de la torre, hablando, riendo, contándonos nuestras respectivas vidas y aventuras, y viendo multitud de brujas que, bien solas o bien en grupos, volaban por el nocturno cielo Barcelonés, hasta que, al divisar en el horizonte las primeras luces del alba, nos despedíamos, y todas salíamos volando a toda velocidad, cada una hacia su respectivo lugar de origen.

Al llegar de nuevo a la casa de los padres de mi chico, me colaba por la ventana, guardaba el sombrero y la escoba en el armario, y me reintroducía en mi cuerpo, el cual yacía placidamente en una de las camas del dormitorio, al lado de la cual estaba la otra, en la que él dormía como un tronco.

No hace falta ser psiquiatra para interpretar estos sueños de brujitas desnudas, montadas en sus escobas y flotando en el aire junto a un objeto fálico, como es esa torre, y más si tenemos en cuenta que dejé de tenerlos tan pronto como volvimos a Barcelona, y a nuestra vida habitual (incluyendo la sexual).

A posteriori, alguna vez he vuelto a soñar despierta con esas cabalgatas mías en escoba, pero, en estas ocasiones, no era precisamente en una escoba en lo que en esos momentos me imaginaba que iba montada, galopando.
(y que conste, que esta imagen fue él quien me la inspiró, con un dibujo que hizo en una servilleta de papel, así que como suele decirse, Dios los crea, y ellos se juntan)


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